#ChezAgnesWritings: Lluvia y sol

Las últimas 2 semanas han sido como una especie de pesadilla teñida de gris, donde los días se han estado deslizando con lentitud bajo un cielo perpetuamente encapotado y lluvioso. Los días amanecían tímidos, con un cielo descolorido y sin luz que a mí me ha hecho vivir como en una especie de continuo espacio-tiempo. 

Muchos han sido los memes que han corrido por las redes estos días en los que la lluvia ha sido la protagonista, aunque mi preferid ha sido uno que preguntaba a Google, desesperado por “¿Cuándo sale el puto sol?”. Así ha sido nuestra desesperación. 

En Madrid, ha estado cayendo agua constantemente y sin apenas descanso. La lluvia, a veces ligera como un susurro, otras, intensa como una cascada y acompañada de fuerte viento, golpeaba los cristales de las ventanas con su tamborileo constante. Relajante, sí (yo soy de las que se relaja con el repiqueteo del agua), pero también triste, al extenderse perpetua en el tiempo. 

Una de las pocas cosas buenas ha sido el olor a tierra mojada conquistando las calles, mezclándose con el aroma del asfalto húmedo (empapado al tercer día) y el frescor de las hojas empapadas. El sonido de los charcos siendo atravesados siempre me levanta una sonrisa, menos cuando han salido de mis zapatos andando deprisa y tratando de esquivar las piscinas olímpicas en las que algunos se han convertido. Madrid está fatal asfaltado, y en algunos momentos, más que charcos atravesábamos ríos. Tampoco han faltado las salpicaduras de los coches resonando en el aire, pillando a propios y extraños por sorpresa cuando acababan bañados en un semáforo…

 Y después de tantos días grises, y de confundir casi la noche con el día, el viernes, por fin, llegó el cambio. El Sol irrumpió como un visitante esperado, y su luz dorada se filtró por entre las cortinas, calentando instantáneamente el aire. De pronto es como si despertáramos todos, acercándonos a la ventana sorprendidos porque se nos hubiera devuelto el color, despertando a la ciudad con nosotros. El gris sucio de los días anteriores tenía otro brillo, y los edificios parecían recién lavados, brillando con un resplandor que parecía nuevo y reluciente. Incluso el suelo, cubierto de charcos, reflejaba el cielo azul como si un juego de espejos mágicos se tratase, dejando ver pequeñas nubes navegando lentamente por el cielo, como si no hubieran sido culpables de nuestra miseria hace apenas unas horas. Había devuelto la alegría, y la promesa de una Primavera que llegaba tardía. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Recomendaciones de Agnes: “La Canción de Aquiles” y “Circe” de Madeline Miller

DIY: Una diadema con velo

William Morris, el arte del estampado