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Mostrando entradas de septiembre, 2005

Sábado, sabadete

Ayer tuve un día la mar de fantástico, en el amplio sentido de la palabra. Para empezar y como sabiáis todos, tenía examen, lo cual provocó que me levantara escandalosamente temprano para un sábado. Lo peor fue que en el momento en que yo me levantaba para ir a mi pequeña torura, mi hermano llegaba de juerga, de las fiestas de Majadahonda, y no pude más que maldecirle en voz baja de pura envidia… Total, que para la uni que me fui. En el trayecto hacia allí me crucé con varias parejas de novios comiéndose a besos que salían de los afterhours, y a un grupillo de locos bastante perjudicados por el alcohol que acabaron duchándose en la fuente de SanBer… a ellos también los maldecí. Mi llegada a la Universidad fue como la entrada en un cuento de terror. Después de atravesar el jol iluminado pareció que entraba en un mundo dejado de la mano de Dios (qué irónico, ¿no?) Tenéis que imaginaros el momento… el viejo edificio de la Universidad, c ubierto hasta media altura de azulejos de dibujo os

22 + 1

¡Buenos días! Pues nada, mi cumple ya pasó. He echado de menos una celebración a lo grande, pero con un examen mañana… la cosa se planteaba complicada. Como ya os dije ayer, todo se andará, en cualquier caso. De todas formas, no os creáis que me quedé sin celebrar del todo. Mis papis tuvieron a bien invitarme a cenar. En un principio la idea era la de cenar en un sitio chulo y algo caro, de esos que frecuentan “los mayores” pero dado que era domingo y principios de septiembre, la cosa se resultó imposible. En cualquier caso, cenamos fenomenal igualmente en un sitio que yo co nocía: Mombay ( http://www.mombay.net/ ). El restaurante es fantástico, al menos a mí e lo parece. Un lugar muy Sexo en Nueva York con una decorción chic bastante elegante en el que sirven comida del mundo muy bien presentada. Os recomiendo fervientemente el postre de torrija con helado de canela… es simplemente FABULOSO. Lo gracioso de la cena es que el camarero, JP, después de servirnos las bebidas, me reconoció