Enrique Loewe: Introducción a la Danza

Ayer empecé mi MBA en Gestión y Dirección de Empresas de moda. Aunque exhausta tras una nueva semana de viajes y vaivenes laborales, tenía tantas ganas que apenas podía contenerme. Las primeras conferencias no me desanimaron y, es más, me hicieron por fin ilusionarme por lo que estaba a punto de comenzar. Y es que pareciera que en las últimas semanas, con tanto trabajo y lío, hubiera perdido la perspectiva del tiempo y el espacio, y tan imbuida estaba de la rutina, que apenas sí me había dado cuenta de que el máster por fin iba a comenzar. De todas las conferencias del primer fin de semana, todas ellas impresionantes en contenidos y sobre todo, materia de conferenciantes, he decidido contaros las reflexiones que Enrique Loewe hizo en la primera conferencia oficial de la tarde, pistoletazo de salida a lo que estoy segura serán 9 meses intensos y apasionantes.


Enrique Loewe entra en clase lentamente y se sienta en el estrado. Confieso que siento algo de vergüenza cuando veo que desde mi tercera fila lateral izquierda, puede ver perfectamente mi Birkin de Hermès en el suelo. Por un segundo me fustigo mentalmente por no haber traído mi preciado Amazona, pero toda esta tontería se acaba segundos después cuando, tras la presentación de su curriculum (45 años al frente de una de las empresas más archiconocidas a nivel mundial), empieza a hablar.

Enrique Loewe nos habla de la importancia de la curiosidad, de la necesidad imperativa de cultivarla, especialmente en el mundo de la moda. Nos dice cuán de importante es reflexionar sobre el mundo de los sentidos, hasta tal punto que ellos mismos han hecho de el tacto uno de los pilares básicos de la identidad de la empresa.

La moda, nos dice, es una forma de desarrollo de la humanidad en muchos y diversos campos. Tiene una gran capacidad de sorpresa y de juego, y tiene el don de ser capaz de expresar sentimientos y personalidades. Por eso es importante que desprenda sentido del humor, magia y sueños, porque eso es precisamente lo que hace que sea perdurable en el largo plazo.

En esta línea, recalca la importancia del talento, pero también de la necesidad de gestionarlo, y la gran suerte que tenemos de participar en un máster que nos enseñará a hacerlo. Aquí es donde se lamenta de la situación en España, un gran país lleno de talentos y creatividades pero que peca de una importantísima falta de espíritu empresarial, lo que hace que no acabe de arrancar. Ésta será una reflexión que escucharemos varias veces a lo largo de la tarde. Falta profesionalidad y ganas de crecer, de salir adelante. Parece que lo único que importa son las relaciones públicas, cuando lo que importa de verdad es perdurar, ser capaces de encontrar un rinconcito en el corazón del consumidor, emocionarlo con lo que vendemos, para que lo haga suyo y vuelva. No puedo estar más de acuerdo, parece que últimamente se hayan perdido estos valores, y no han sido pocas veces las que me he marchado de una tienda de renombre enfadada por el carente trato recibido.

Cuando acaba con su ponencia, aparte de aplaudir como una loca, estoy algo perpleja. Nada se ha mencionado de la danza en la conferencia, título de la misma, y sin embargo me parece haber pasado por diferentes conceptos que bailaban en torno a una misma idea: la importancia que tiene gestionar el talento, hacerlo verdadero y comunicador, relevante para el público, convertirlo en un ente que perdure en el tiempo y deje su huella.

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