London Girl VIII. Portobello & Candem

Inauguramos agosto temprano, y con ganas de mercadillo. La primera parada es, como no, Notting Hill y Portobello, su archiconocido mercado de antigüedades.

Es todavía pronto, así que se puede caminar más o menos bien. Hay cachivaches de todo tipo, láminas, joyas vintage… de estas últimas nos enamoramos especialmente en un puesto especializado en los años 20. Mis gustos son caros, y ninguna de las piezas que me llevaría tiene menos de 3 cifras. Cabizbaja, aunque responsable, salgo de allí, no sin antes llevarme una tarjeta… por si acaso.

Aunque no me sorprende, me alegra profundamente encontrar por fin láminas de figurines antiguos. Llevamos meses buscándolas mamá y yo, y como no podía ser de otra forma, Portobello me lo pone en bandeja. Aunque me llevaría todas, las 20 libras por cabeza me tiran para atrás… cash. Aún así me llevo 2 preciosas que encajarán perfectas con las que ya tengo. Metros más tarde, 2 más se unen a la colección. Esta vez son recopilaciones de cajas de cerillas antiguas, que llevaban dibujos coleccionables. Unas actrices en bañadores retro para mí, avioncitos para mi hermano… perfectas para el cuarto de Marbella.

Mery se nos ha unido por el camino, como lo ha hecho también la lluvia. Aún así, parece que caminamos en su contra. El hambre aprieta y decidimos marcharnos, una buena idea a la vista de la ingente cantidad de personas que han llegado en el rato que estábamos aquí. Menos mal que Sad Eyes lleva su chaqueta amarillo-capitán-pescanova, que si no…

Paramos en Le Pain Quotidiene y… ¡qué delicia! La quiche lorraine es fabulosa, pero los postres… divinos. La tartaleta de frutos del bosque que me como me sabe a gloria bendita, eso sí… de cena, nada. Jajajajaja.

Mery tiene que dejarnos, pues le quedan cosas que hacer antes de salir mañana para Madrid, nos despedimos de ella, y decidimos emprender camino hacia nuestra próxima parada en autobús. Double Deckered, of course. Por la paralela a Portobello los buses pasan de ida y vuelta por una calle de un carril… con lo que eso conlleva. Una hora más tarde, con incordio de pasajero con cebollón incluido, llegamos a Candem.

Candem es la antítesis de Portobello. Aunque tiene también hileras de casas de colores, éstas están decoradas con todo tipo de aderezos punk, rock, y macarras en general. Se suceden las tiendas donde hacerse piercing y tatuajes, y predomina la comunidad gótica entre las gentes que nos cruzamos. Candem Lock market tiene artesanía, y un pequeño pero bonito canal. Sad Eyes se hace con placas de anuncios antiguos, y yo mientras paseo extasiada por el ambiente tan diferente. El cansancio hace mella y decidimos volvernos a casa… que a las 7 y media tenemos musical!!!

The Lion King resulta ser mucho más de lo que esperaba… un espectáculo impresionante, creo que el mejor que he visto (y han sido varios: Chicago, La Bella y la Bestia, Grease, Fama…). Me entusiasman los decorados, el vestuario, las canciones… y disfruto como una enana. Ver subir a los animales desde el patio de butacas, o el montaje de la escena de la estampida, son simplemente impresionantes. Me alegro mucho de haber venido.

Cenaremos en el único restaurante donde probablemente nos fueran a dar de cenar, dadas las horas. Un indio a la vuelta de la esquina del teatro. Sólo la decoración lo merece, pues de su techo penden cientos de marionetas indias de brillantes y preciosos colores. Llegamos justitas antes de que cierren la cocina…

Comentarios

Sad Eyes ha dicho que…
Puntualizo: Mi cazadora es amarillo daffodil, y es muy útil en ciertas circunstancias :-P

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