Elio Berhanyer
Elio es un señor alto, delgadísimo. Enfundado en un traje azul marino con corbata de bandera española, camina despacio ayudado por su asistente hacia la tarima. Me pregunto qué siente al llevar sobre los hombros 50 años de trabajo impecable. Aquí, allí. De colores, de formas. De proyectos, de innovaciones.
Tiene cara de abuelo afable, y una sonrisa cálida. La mirada curiosa. Viéndolo así, de cerca, puedo imaginármelo perfectamente llorando ante su exposición homenaje en el Museo del Traje en Madrid, como he leído.
Elio Berhanyer es, sobre todo, Español. Cordobés de nacimiento y madrileño de adopción, tiene una carrera larga (comenzó con 17 años) y llena de éxitos en el mundo de la moda. ¿Su principal misión? ha intentado por activa y por pasiva meter este apasionante mundo en la universidad (sobre todo en USA y UK), aunque sin mucho éxito. Más allá de ello, cuenta con experimentos en todas las áreas creativas, muestra de su genio: Mezclando arquitectura y moda en vestidos construidos (los uniformes de las azafatas de Iberia son una muestra), pintado estampados para sus colecciones. Ha hecho escaparatismo, diseño de joyas y sombrerería. Ha protagonizado intentos frustrados también, como el de la Cámara Iberoamericana de Moda. Ha trabajado, en fin, intensa y genialmente durante sus 80 años de vida. Y no. No se retira… lejos de ello afirma que quiere “morirse con las botas puestas”. Ojalá lo haga, dentro de muchos años, enamorado como hasta ahora de su trabajo.
Elio Berhanyer cierra los ojos continuamente, recordando. Como si con el gesto volviera a aquella época inolvidable que forma arte de su historia. Nos cuenta, divertido, cómo durante su primera visita a NY fue presa de una broma de su esposa: recuerda cómo al asomarse a la ventana del Plaza animado por ella, vio cómo una multitud enaltecida le daba la bienvenida a la ciudad. Resuñtó que el alboroto se debía a que, debido al pelo largo que lucía entonces, la multitud le confundió con uno de los Beatles, que también pasaban su primera noche en NY.
Para Elio, Zara no representa la moda española, pues se dedica a copiar a otros modistos, cosa que no critica, pues les considera el colmo de la revolución de la moda, como ya lo fue el Prèt a porter en los 70. Para él son otros los que ostentan el cargo: Pertegaz, Balenciaga (amigos suyos), y otros más jóvenes. Ante una pregunta mía posterior, precisamente sobre las cadenas de moda rápida, afirma sin un mínimo atisbo de duda que si H&M llamara a su puerta para diseñar una colección (como ya lo ha hecho con otros como Matthew Williamson, Victor &Rolf, Mr. Chanel y Cía.), lo haría inmediatamente. Los experimentos, los retos nuevos, son lo suyo al fin y al cabo.
Elio mezcla temas de moda con anécdotas infantiles que han inspirado sus colecciones. El blanco de sus diseños, como los muros en su Andalucía natal, mezclado con el negro del luto riguroso de las viudas tomando el aire en las calles de los pueblos al atardecer. Nos cuenta una historia curiosa e inquietante de su primera visita a Granada y a la Alambra. Asombrado y perplejo por la maravilla del atardecer allí, perdió de vista al último grupo de turistas con el que entró. Tan fascinado quedó por la puesta de sol más bella del mundo, que se quedó encerrado y le tocó dormir allí. ¿Cómo expresar aquello físicamente? Se preguntaba a su salida. Aquel fue el comienzo de una ardua investigación de documentos antiguos y dibujos de la Alambra, que inspiraron su primera colección de joyas fabricadas en las platerías andaluzas. Curioso es que como no le llegaba para utilizar piedras preciosas, mandó a un emisario a Checoslovaquia a por unos cristales de los que había oído hablar, que se asemejaban por su belleza. Era Swarovsky.
Tiene una memoria exquisita, pero tremendamente desordenada. Dando saltos, contando anécdotas de aquí y de allá que hacen las delicias de todos los allí presentes. Cuando tras una hora de historias, acaba su discurso, aplaudimos emocionados. Corro entonces con mi humilde cuaderno de “diseños” (más bien de dibujos de vestidos que me han gustado), y le comento lo de mi incipiente carrera en moda. Lo que yo pretendía fuera un autógrafo, se convierte en un deseo de buena suerte y en una bienvenida calurosa al mundo del que estoy enamorada. No puedo ocultar mi entusiasmo. Que un hombre como Elio me desee suerte… no creo que haya nada mejor.
Tiene cara de abuelo afable, y una sonrisa cálida. La mirada curiosa. Viéndolo así, de cerca, puedo imaginármelo perfectamente llorando ante su exposición homenaje en el Museo del Traje en Madrid, como he leído.
Elio Berhanyer es, sobre todo, Español. Cordobés de nacimiento y madrileño de adopción, tiene una carrera larga (comenzó con 17 años) y llena de éxitos en el mundo de la moda. ¿Su principal misión? ha intentado por activa y por pasiva meter este apasionante mundo en la universidad (sobre todo en USA y UK), aunque sin mucho éxito. Más allá de ello, cuenta con experimentos en todas las áreas creativas, muestra de su genio: Mezclando arquitectura y moda en vestidos construidos (los uniformes de las azafatas de Iberia son una muestra), pintado estampados para sus colecciones. Ha hecho escaparatismo, diseño de joyas y sombrerería. Ha protagonizado intentos frustrados también, como el de la Cámara Iberoamericana de Moda. Ha trabajado, en fin, intensa y genialmente durante sus 80 años de vida. Y no. No se retira… lejos de ello afirma que quiere “morirse con las botas puestas”. Ojalá lo haga, dentro de muchos años, enamorado como hasta ahora de su trabajo.
Elio Berhanyer cierra los ojos continuamente, recordando. Como si con el gesto volviera a aquella época inolvidable que forma arte de su historia. Nos cuenta, divertido, cómo durante su primera visita a NY fue presa de una broma de su esposa: recuerda cómo al asomarse a la ventana del Plaza animado por ella, vio cómo una multitud enaltecida le daba la bienvenida a la ciudad. Resuñtó que el alboroto se debía a que, debido al pelo largo que lucía entonces, la multitud le confundió con uno de los Beatles, que también pasaban su primera noche en NY.
Para Elio, Zara no representa la moda española, pues se dedica a copiar a otros modistos, cosa que no critica, pues les considera el colmo de la revolución de la moda, como ya lo fue el Prèt a porter en los 70. Para él son otros los que ostentan el cargo: Pertegaz, Balenciaga (amigos suyos), y otros más jóvenes. Ante una pregunta mía posterior, precisamente sobre las cadenas de moda rápida, afirma sin un mínimo atisbo de duda que si H&M llamara a su puerta para diseñar una colección (como ya lo ha hecho con otros como Matthew Williamson, Victor &Rolf, Mr. Chanel y Cía.), lo haría inmediatamente. Los experimentos, los retos nuevos, son lo suyo al fin y al cabo.
Elio mezcla temas de moda con anécdotas infantiles que han inspirado sus colecciones. El blanco de sus diseños, como los muros en su Andalucía natal, mezclado con el negro del luto riguroso de las viudas tomando el aire en las calles de los pueblos al atardecer. Nos cuenta una historia curiosa e inquietante de su primera visita a Granada y a la Alambra. Asombrado y perplejo por la maravilla del atardecer allí, perdió de vista al último grupo de turistas con el que entró. Tan fascinado quedó por la puesta de sol más bella del mundo, que se quedó encerrado y le tocó dormir allí. ¿Cómo expresar aquello físicamente? Se preguntaba a su salida. Aquel fue el comienzo de una ardua investigación de documentos antiguos y dibujos de la Alambra, que inspiraron su primera colección de joyas fabricadas en las platerías andaluzas. Curioso es que como no le llegaba para utilizar piedras preciosas, mandó a un emisario a Checoslovaquia a por unos cristales de los que había oído hablar, que se asemejaban por su belleza. Era Swarovsky.
Tiene una memoria exquisita, pero tremendamente desordenada. Dando saltos, contando anécdotas de aquí y de allá que hacen las delicias de todos los allí presentes. Cuando tras una hora de historias, acaba su discurso, aplaudimos emocionados. Corro entonces con mi humilde cuaderno de “diseños” (más bien de dibujos de vestidos que me han gustado), y le comento lo de mi incipiente carrera en moda. Lo que yo pretendía fuera un autógrafo, se convierte en un deseo de buena suerte y en una bienvenida calurosa al mundo del que estoy enamorada. No puedo ocultar mi entusiasmo. Que un hombre como Elio me desee suerte… no creo que haya nada mejor.
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