Viernes... que no sabe a viernes

Los Reyes de las rebajas me han traído un regalo con retraso. Los que me conocéis bien, sabéis que soy algo maniática y particular con el tema del orden (o caos organizado, como prefiere llamarlo mi madre) y que una agenda, o cuaderno, siempre me acompañan. En susodicho documento tengo de todo: teléfonos, tarjetas, mi agenda personal, recordatorios y mil y dos cosas ordenadas según mis particulares códigos, indescifrables para el poco entrenado ojo ajeno, y sin el que no sé vivir. Con estos antecedentes, no os sorprenderá el regalo: una agenda personal, güena y bonita, de piel. Es verde manzana ácida, y con florecillas por dentro, muy alegre, como yo. Y estoy encantada. Lástima que todavía no tenga tiempo que dedicarle para rellenarla de cosillas varias y ponerla al día… pero bueno, en cuanto que acabe con os exámenes va a parecer otra. Os pongo aquí una fotillo, para que le echéis un vistazo… no puedo esperar a ponerme con ella…

Ay, ay, ay… más cosuelas. ¡¡Uno menos para la lista!!

Se acabó por fin la preocupación – bueno, el malestar general que me causaba, porque preocupada, preocupada… pues como que no – que representaba el examen de distribución. Que, teniendo en cuenta que 48 horas antes me enteraba que me faltaban 30 páginas de lecturas de las que había una pregunta segura, además de que en vez de 4 eran 7 los temas, y no había empezado a leerme los resúmenes de las presentaciones, no me ha salido del todo mal. Difícil fue, no nos vamos a engañar, pero bueno… hecho está. El tío, como siempre, superpesado. 25 minutos para explicarnos que había que rellenar la hoja y que el espacio estaba limitado, y que si nos mirábamos o copiábamos, como en el cole, nos ponía una marquita roja. De ahí en adelante, 30 minutos teníamos, para hacer las 4 preguntas.

He de reconocer que, aunque todo lo que puse en veraz y cierto, la pregunta de las diferencias entre la venta piramidal y la multinivel me la inventé como una campeonísima. Las demás, más o menos bien, bajo mi punto de vista, aprobado seguro, con la consecuente liberación de materia… aunque ya sabemos que nunca hay que fiarse.

Back to my beloved Bea… sí, sí… ya sé que es deprimente que ande enganchada a semejante serie (pero bueno, ya lo compenso con premiadas series como Anatomía de Grey o CSI, de reconocido prestigio, así que…). ¡¡¡Está la cosa tremendamente interesante!!! En condiciones normales, me ahorraría los comentarios so pena de vuestro desdén, pero como Belle anda en su retiro mañico y no puede verla, y como está la cosa tan al rojo vivo como está, le dedico este trocito de post. De todas formas, sigo diciendo que ante la oferta televisiva de la sobremesa (que aprovecho para inyectarme bien de café antes de volver al estudio) tan lamentable que hay, con la reciente invasión de los varios detectores que asolan la franja horaria (y que incluyen miserias humanas intolerables en este horario), el menor de los males es que yo esté enganchada a Bea, así que, los que no lo aprueben, que no lean el último párrafo de hoy.

Hace un rato he escuchado decir a mi jefe una cosa que me ha dejado loca y que paso a transcribiros, porque necesito compartirlo. Cuando lo he oído he tenido que huír al baño para reírme a gusto… así que imaginad. Mi querido jefe estaba hablando con un amigo – bueno, esto lo supongo yo – por el teléfono, cuando va y le suelta la siguiente perla: “Yo ya sabes cómo soy, me gusta hacérmelo todo yo solo. Soy un ONE MAN SHOW”. Y se ha quedado más ancho que largo, el tío. Sí, sí, sí… él es súper Juan Palomo, y por eso las facturas en Excel no las sabe hacer, se hace la picha un lío con los power points –que he pasado a hacer yo – y se pierde cuando ha de cambiar un cartucho de tinta o manejar la llamada en espera del teléfono… ¿One man show, dice? Sí, supported by a bunch de fantásticas señoritas entre las que me encuentro – así como La Andaluza y su santa esposa.

ATENCIÓN, si te repugna el show de Bea, no sigas leyendo… quedas avisado.

Lo dicho. Belle, querida… ¡¡no sabes lo que ha pasado en los últimos 2 días!! El “bueno” de Al, ante el desplante de su santa madre (que es un personaje altamente irritante) hacia Bea para con la comida de los directivos, va espontáneamente a casa de “su chica” a consolarla, en plan: "¿Dónde estás? - Pues en casa -Abre la puerta, entonces - y ella abre y se lo encuentra allí", ya sabes… una escena más cuca (que puedes ver aquí), ayudándola a abrocharse los puños de la camisa y diciéndola que “ella nunca está de más”… que resulta hasta creíble. Lo mejor es que en medio del besito que se nos dan – los cuales, por cierto, aumentan en número y niveles de pasión – el padre de Bea los pilla in fraganti y… bueno, la escena es de partirse. Pero como la vida de Bea es así, y nada bueno le dura, hete aquí que la madre de Álvaro le baja de su nube para decirle que nunca va a permitir que su nene esté con semejante mujer, de baja clase social y tal, pues sospecha que está enamorada de él – pobre mujer, si supiera el embolao que hay montado detrás -. Más cruel que ni qué, la vil señora. El disgustazo de Bea es rematado, como es natural.

Hala. Pues ya está.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Mucho ánimo Inés!
Ya falta poco y por lo que veo no he te ha ido mal,el de fiscal,que según las que te examinas,para mí creo que es la más dificil tienes posibilidades,suerte!

Un beso,leí tu e-mail.

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