#ChezAgnesWritings: 4 Días sin claxon: cuando tu coche se queda mudo
Hay cosas que uno da por sentadas en la vida: que el semáforo cambiará a verde, que el café de la mañanate salvará del mal humor… y que tu coche, fiel compañero de batallas urbanas, tendrá claxon. Hasta que un día, ¡zas!, llega tu hermano después de cogerte prestado el coche y te dice que el claxon no va. Y tú, que eres muy de usarlo —porque no nos engañemos, el claxon no es sólo un accesorio, es una extensión de tu personalidad—, te quedas muda y sin saber muy bien qué decir. Cuatro días. CUATRO. ¿Sabéis lo que son cuatro días sin poder expresarse con ese “¡pi-pi!” que dice más que mil palabras? Es como ir a una fiesta sin voz. Como intentar ligar por señas en una discoteca oscura. Un drama. Yo soy de las que cree que el claxon es un lenguaje universal. No es sólo para avisar de que alguien está a punto de empotrarse contigo; es para saludar al vecino, para decirle al de delante “¡espabila, que esto no es un museo!” y, por supuesto, para marcar territorio en la jungla que es la roto...