#ChezAgnesWritings : Mantequilla y azúcar

Entrar en una pastelería con obrador propio, en especial si es pequeña, es una auténtica delicia. 
La calidez al traspasar sus puertas es lo primero que te atrapa, sobre todo en los fríos días de invierno en que el aire corta el aliento.
Sumergirse en su interior es casi como entrar en casa:
Los ricos aromas a mantequilla y azúcar glas te envuelven como un abrazo, y de pronto es como si te acurrucaras bajo una manta gustosa de lana.
Cuando voy a una de estas pastelerías (y procuro hacerlo de vez en cuando) no puedo evitar aspirar hondo y tratar de llevarme estos ricos aromas conmigo, y la sensación de plenitud.
Son pequeñas burbujas de tibieza que hay que atesorar, porque son capaces de transportarte a un mundo de paz paralelo, donde no cabe el ruido del mundo exterior.




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