Recomendaciones Chez Agnes: Bill Cunningham, una carrera en la moda
Muchas personas conocen a Bill Cunningham como el adorable abuelito que, siempre armado de su bicicleta, cámara y chaqueta azul, pululaba por las calles de Nueva York en busca de las personas con más estilo de las semanas de la moda, retratándolas con cariño y un humor, que a todos conquistaba. Nos dejó en Junio de 2016 a los 87 años, y los Street styles se quedaron un poco huérfanos desde entonces.
Sin embargo, son pocos los que conocen la larga carrera de este hombre afable, y es precisamente lo que él mismo nos cuenta en este curioso libro, de muy fácil lectura, que nos sumerge en una época en la que el glamour y el estilo eran otra cosa. Una época en la que las chicas de Gossip Girl (Lady Waldorf incluida), hubieran quedado como verdaderas aficionadas… una época en la que la inocencia y su creatividad lo llevaron por derroteros muy distintos.
Y es que Bill Cunningham fue mozo de almacén, tendero, dependiente y muy independiente en sus años mozos y antes incluso de tener uso de razón. Utilizó toda su ilusión y ganas para formar parte de un mundo que toda su familia desconocía y no comprendía, para forjar su propio camino. Del mundo comercial – siempre relacionado con la moda – dejó volar su imaginación para vestir las cabezas de las señoras neoyorkinas, y se convirtió en uno de los sombrereros más conocidos y locos de las décadas de los 50 y 60.
Siempre un adelantado a su tiempo y a las tendencias, en la revista Women’s Wear Daily (la biblia fashion del aquel entonces), supieron ver su ojo clínico, y fue allí donde comenzó su carrera como corresponsal de moda viajando por medio mundo hablando de las colecciones y las personas que las rodeaban. Observar fue siempre para él un alimento – a veces, incluso literalmente – y con la crítica social y de moda encontró su siguiente vocación.
Si queréis viajar con él por todos estos locos ambientes, sin duda os recomiendo leer el libro. Es cortito, está muy bien escrito, y en ocasiones es la mar de divertido. Sin duda, una autobiografía póstuma que, si te interesa este mundillo, merece la pena leer. Además, desprende en todos sus capítulos un tesón, una energía y una pasión, que pone de manifiesto que para conseguir el éxito, no sólo hay que confiar en la suerte, sino también en el esfuerzo y el cariño.
Bill Cunningham fue una bella persona que nos ha dejado unas bellas memorias y unos divertidos recuerdos de su juventud que casan a la perfección con el legado visual que nos dejó en su época más adulta. Una forma de entender por qué este hombre sencillo era tan querido, y cómo a pesar de su éxito no se convirtió en un ser vanidoso.
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