Balenciaga y la pintura Española
Ahora que la exposición ya ha concluido, puedo publicar sin miedo a hacer spoilers lo que me ha parecido.
Vaya por delante que considero que las exposiciones del Thyssen siempre están increíblemente bien montadas, al más mínimo detalle y con – y esto no es lo normal, por lo que he ido comprobando en otras exposiciones – una buena iluminación. Cada vez me convenzo más de que las exposiciones de prendas han de ser sobre un fondo neutro y oscuro (salvo para los vestidos negros), porque con los focos bien puestos, como era el caso, se ve mucho mejor cada detalle de las prendas.
Con todo, creo que de puertas hacia fuera la exposición no se ha entendido bien. Lo que era una exposición en la que se conjugaba la colección de prendas de Balenciaga con una colección artística a modo de conversación, se ha entendido como si las pinturas fueran la inspiración de las prendas, cuando en absoluto era así. Además, yo creo que Balenciaga es lo suficientemente importante como para merecer una exposición por sí solo…. Aunque las fantásticas pinturas – algunas pertenecientes a colecciones privadas y que no suelen “salir de paseo” – sean buena compañía. Esto que os digo se hacía patente en las temáticas en las que estaban divididas las salas: Balenciaga y el arte, El Greco, Goya, y la pintura del s.XIX y XX… que digo yo que si en el V&A Museum fueron capaces de hacerlo a la inversa, en su país natal no deberíamos de ser menos…
Con todo, la exposición está muy conseguida en términos de fluidez y de piezas. Es impresionante cómo el arte de Balenciaga se extiende más allá del tiempo… muchas de las piezas son tremendamente actuales y podrían lucirse perfectamente en el día de hoy. Otras tantas, me las llevaría sin pensarlo, como un precioso vestido en color fresa con un lazo en la cintura, o una túnica de terciopelo negra ribeteada de pedrería y aperturas en los laterales…
En todas las piezas se aprecia el genial trato que el modista tenía de las telas y las proporciones. Vestidos tan bien construidos que tienen casi presencia propia… algunos con una clara influencia arquitectónica tan característica suya. Los colores son otro de los puntos fuertes de Balenciga… saturados rosas, verdes e incluso amarillos que seguro que hacían las delicias de las mujeres de entonces, porque lo hacen con las de ahora.
En conclusión, creo que fue una exposición bonita y completa por la parte de Balenciaga, pero sigo pensando que el hilo conductor debían de haber sido las prendas y no las pinturas… con Givenchy o Bulgary lo hicieron divinamente en este aspecto. Con todo, espero que el Thyssen siga apostando por este tipo de exposiciones algo diferentes a lo que normalmente habitan sus salas, dando a la moda el espacio que se merece en los museos, y ya que lamentablemente el Museo del Traje no se lanza a organizar eventos como éste.
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