Postales desde Berlín
Si me seguís en las distintas redes sociales, sabréis que este fin de semana pasado me he ido a Berlín a visitar una amiga. Hablando con ella, me decía cómo su forma de viajar había cambiado en los últimos tiempos, pasando, como dice otra amiga suya "de perseguir destinos a perseguir personas". Me di cuenta de que a mí me había pasado lo mismo. Londres, Frankfurt, Mainz, Berlín... a todas estas ciudades he ido yendo en los últimos años para visitar a amigos... y francamente, no me parece mal plan. Más bien todo lo contrario.
Y ahora, Berlín... me he encontrado con que es una ciudad que provoca sentimientos encontrados. Hay personas que la aman y la odian a proporciones iguales, y eso pone de manifiesto que se trata de una ciudad interesante, que se ha reinventado a sí misma, y que no deja indiferente.
A mí, particularmente, no es una ciudad que me guste estéticamente. Me parece muy tosca y fría, con esas enormes avenidas que te hacen sentir muy pequeño. Sin embargo, también es una ciudad con mucho rollo y muy verde, en el sentido de ecológica... nos llevan años luz en el tema del reciclaje.
También en el consumo responsable, con pequeñas tiendas de barrio por doquier, de juguetes artesanales, decoración, y un sin fin de cosas.
También es una ciudad clave en términos de historia, aunque haya muchas cosas que se destruyeran en la Guerra. Para mí, una de las visitas clave es el monumento a los judíos caídos en la GM. Un monumento que te toca la fibra sensible por su sencillez pero significado: un laberinto de piedras que pretende hacer sentir el desarraigo y soledad que sintieron los judíos. Me da mucha pena que sea un hot-spot fotográfico para selfies y looks de influencers varios, la verdad, porque debía de invitarnos a reflexionar, pero en fin... ése es otro debate.
En definitiva, una ciudad super interesante para visitar por su historia y rollo. ¡No os la perdáis si tenéis la oportunidad!
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