El camino que lleva a Alacant...

Ayer me tocó desplazarme por las tierras de la Gran Nación Española para trabajar, esta vez, destino a Alicante. Motivo por el cual una no se paseó por apuestos lares, que lo viajes siempre cansan. Me tocaba hacer tourné por las tierras costeras con el objetivo de empaparme de las características intrínsecas de mis clientes, y pues para allá que me fui. La verdad es que fui un viaje fantástico… en serio que me encanta volar. Me da cero pereza y cada día que viajo, me gusta más. Poder ver desde arriba todo, el paisaje pequeñito como si fuera tu propia miniatura, es directamente una pasada. Esta vez, además, descubrí un efecto curioso de la luz sobre el agua. A medida que sobrevolábamos Alicante a punto de aterrizar, pude ver como sobre los depósitos de agua en tierra, ríos y demás, al incidir la luz desde un ángulo concreto, aquellas superficies de agua se teñían de dorado, y parecían convertirse en piscinas de oro por unos instantes. La primera vez, me sorprendió… pero a medida que se iba sucediendo parecía un efecto más, y más bonito. En serio… volar es una pasada.

Además, el recibimiento fue fabuloso. La GPV encargada de transportarme por allí me trató puturrú de fua. Una señora agradabilísima con la que se me pasó el rato rápido, incluso teniendo en cuenta que visitamos un porrillo de centros e íbamos a trabajar. Supongo que también influyó que hiciera un tiempo divino (si bien caluroso) y que viajar en general me pone de fenomenal humor. El caso es que aprendí mucho, como siempre, que es uno de los objetivos.

¿Próxima parada? El trabajo dirá.

Por cierto que ayer fue el 19 cumpleaños de ese rubiales de metro noventa que tengo como hermano. Me satisface enormemente poder decir aquí que, tras meses ya de clase, no sólo está contento estudiando para piloto, sino que está sacando muy buenas notas. Sorprenderme, no me sorprende… no hay nada como trabajar/estudiar en lo que te gusta, para triunfar. Pero me alegra tremendamente que, tras una bronca monumental que tuve con él sobre su futuro hace ahora casi un año, el tiempo me haya dado la razón. Enhorabuena, niño. Esperemos que algún día puedas regalarme un vuelo sin motor.

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