Perímetro de seguridad
Eso es lo que necesito establecer estos días a mi alrededor, un perímetro de seguridad… y es que tengo un catarro de padre muy señor mío. La cosa empezó en plan muy Light… un ligero dolor de garganta allá por el lunes que para ayer, yo ya consideraba curado. Eso, hasta que a medida que pasaba la tarde, ya en casita, me iba dando cuenta de que las hordas de gérmenes estaban llevando a cabo una operación conquista de mi organismo muy seria. Para la hora de cenar ya sabía que la noche iba a ser movidita… probablemente mi nariz ya estaría apareciendo en las newsletter de las zonas con más marcha de la noche. Como así fue.
Hoy, en el trabajo, taponada como la que más y con un atractivo soniquete nasal omnipresente en mis conversaciones. ¡¡Y una empanada mental!! Suerte que hoy tenía “secuestro” (así es como me gusta calificar cariñosamente a las reuniones que ocupan toda una mañana) y, como todavía no tengo clientes, pues mucho no tenía que pensar en susodicha reunión, sino más bien OVC (= Oír, Ver y Callar), porque si no… el batiburrillo de datos hubiera sido fino filipino.
Con todo, y a pesar de la reconquista germinal, estoy muy contenta. Esta semana por fin he empezado a hacer “trabajo útil”, o lo que es lo mismo, trabajo alejado de la mera formación o práctica para cogerle el tranquillo a las herramientas, lo que, aunque me inquieta, es enormemente gratificante. Ya recibo llamadas propias (y no sólo de la familia y/o amigos), muchos mails, y soy responsable de algunas interesantes tareas. La semana que viene, mi fusión con el mundo laboral, cuando me traspasen definitivamente los clientes, será completa. Veremos qué tal.
Comentarios
un besillo