Menú del día

Bueno, ya sabéis que yo hago mis propias críticas cinéfilas siempre que voy a ver algo a la gran pantalla, por aquello de que considero que los críticos no son los únicos a los que hay que escuchar. Pues bien, en el menú del día hoy, el plato especial es “Sin reservas” , peli que Leo y yo nos prometimos mutuamente ir a ver juntas cuando vimos el anuncio en Nueva York la noche en que cambiamos marchuqui en la Big Apple por tranquila jornada de cine; y que fui a ver con my fellow insiders Gon Business&Law, Carmen, Teo y Leo.

Como siempre, primero los profesionales. (Crítica obtenida de “Estrenos de Cine”): Kate (Catherine Zeta-Jones), una jefa de cocina, vive su vida del mismo modo que dirige la cocina en el exclusivo restaurante 22 Bleecker en Manhattan—con una intensidad firme y eficiente que al mismo tiempo cautiva e intimida a todos los que la rodean. Con una increíble precisión, se mueve entre cada ajetreado turno, coordinando cientos de comidas, preparando delicadas salsas, condimentando y cocinando cada plato hasta la perfección absoluta. La naturaleza perfeccionista de Kate es puesta a prueba cuando un nuevo y desenvuelto ayudante de chef entra a formar parte de su personal, el enérgico y audaz Nick (Aaron Eckhart). A Nick, una estrella de la cocina en alza, le gusta escuchar ópera mientras trabaja y le encanta hacer reír a todos los que le rodean. Su informal actitud, tanto ante la vida como ante la cocina, no podría ser más diferente de la de Kate, pero la química que se establece entre ellos es innegable… al igual que las discrepancias, como los tenedores repicando sobre una encimera de granito. Podría resultarle más fácil hacer frente a esta confusión en el trabajo si Kate no estuviera ya desequilibrada en casa, esforzándose por conectar con su sobrina de nueve años, Zoe (Abigail Breslin), que recientemente—y de manera muy inesperada—ha venido a vivir con ella. A Zoe, una chica brillante e inteligente, a la que le gustan más los palitos de pescado que el foie gras, está sin duda fuera de lugar en la rutina de Kate pero Kate está decidida a crear un hogar para ella… en cuanto entienda cómo hacerlo.

Bueno, y ahora la mía:

Partiendo de la base de que me encantan las cocinas (para cocinar, guerrear, y otros menesteres y recetas *winks*), mi sueño frustrado es poner un restaurante, y me ponen los hombres con delantal, podéis esperar a priori una buena crítica.

Y lo será. Jajajaja.

Caterina está muy mona en la peli. Verla por una vez al natural y sin tanto toque de mujer buenorra enfundada en ropa cara es un delicioso placer que se agradece, pues las comparaciones con ella son siempre odiosas. Tiene un personaje al que no nos tiene acostumbrados, frío, distante, y algo torpe en materias sentimentales que le hacen vulnerable e incluso, con el que una es capaz de simpatizar.

El chico, aunque no especialmente guapo, es un primor. Dulce, con una sonrisa fantástica (aunque sin comparación con la de mi queridísimo Al), unas manos deliciosas (casi más que las recetas que ponen en marcha) y con el toque justo de picardía que, junto con un buen plato, es capaz de enamorar al más pintado. Me gusta especialmente la forma tan entusiasta que tiene de ver el mundo… en cierta medida me recordaba a mí. Y esas imágenes de cocina + ópera… con todas esas risas acompañando en la cocina, creo que son la definición exacta de lo que algún día espero sea mi cocina, aunque no sea profesional.

Jajajajaja… de hecho, en un par de ocasiones tuve un par de momentos flashback que me devolvieron alguna que otra pizca de melancolía… de momentos compartidos en una cocina, de cenas clandestinas para tres. La música, un chico con camisa de cuadros, Paolo Conte y Charles Aznavour… parece que haya pasado una vida desde entonces.

Y hablando de música… una banda sonora magnífica. Por la ópera, por el italiano, y por unas melodías que, aunque tardé en identificar, logré hacerlo (de la película del guapisísimo joven Darte Vader “Life as a House”).

Mención especial merece la chiquilla de no más allá de 12 que compartía con nosotros la sala (éramos unos 7 en total). Cada vez que los protas se nos ponían románticos soltaba un sonoro “Puaj” o, mi preferido “Otra vez no” (entonado con un fabuloso tono de hastío y condescendencia dignos de la realeza británica). Lo dicho… que no le lleven a ver una española.

Crítica: Una peli estupenda para pasar el rato, sobre todo entre chicas. Eso sí, no ver en caso de estar muy blandita…

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