De comprichuelas por Chinatown

Huola a todos…

Anoche salimos de fiesta. Un poco tarde, eso es cierto, porque ya sabéis, mover a un grupo de 10 chicas es poco menos que misión imposible. Pero al final, salimos. Un amigo de una amiga de una de las chicas de aquí, nos dijo que nos pasáramos por el Manhattan (entre Bleeker y Bowery) y eso es o que hicimos. Es bastante gracioso, porque en esta bendita ciudad, ser chica es definitivamente un asset para entrar por la cara en los sitios. El puerta te mira (si enseñas tus propios activos mejor), sonríes, pregunta cuántas vais juntas…. Y para dentro.

El sitio estaba bastante bien, y la verdad es que tanta chica junta siempre tiene éxito. Los americanillos del local acabaron por rodearnos… y bueno, salvo por un negro zumbón que arrimaba la cebolleta de manera bastante insistente, empalagosa y pesada, muy bien. Una estrategia de despiste grupal, y todo listo. En un principio pensamos en quedarnos allí, pero como una de las chicas quería ver a su hermana que venía desde Boston para el finde, nos marchamos… y eso es lo que mató la noche. No por nada, sino porque intentar entrar en los sitios a partir de las 2, como en nuestra querida patria, es algo bastante complicado, por mucha chica guapa que seas. Así que, tras tres intentonas en otros lugares cercanos, marchamos para casa.

Esta mañana, salimos temprano para irnos de compras. Martita necesitaba trapitos y teníamos la excusa perfecta. Nos inclinamos por Chinatown, y para allá que cogimos el metro, que Cati domina los itinerarios y siempre nos lleva en triunfo.

De camino a China, hemos parado en todas las tiendas posibles para encontrarle un modeli a Martita, y ha sido genial, porque he podido explotar a tope mi vena de personal shopper y asesora de imagen. Ha acabado con 2 vestidos ideales y unos zapatos que, NY mediante (que esta ciudad es muy cara) acabarán también en mi poder, porque no he podido evitar enamorarme de ellos.

Salvo por el inodoro en mitad de una de las calles de por allí, todo normal: mucho calor, mucha gente, y mucho turista. Chinatown es un bulle bulle de gente que no os podéis imaginar, y muy curioso. Un momento estás en NY, y el momento siguiente todos los carteles están en chino, y las tiendas se transformar en tenderetes de todo tipo de productos de imitación. En mitad de la calle, paisanos chinos te asaltan con fotografías de bolsos para que los acompañes a los talleres y, bueno, eso es precisamente lo que hemos hecho. De entre la variada oferta, hemos escogido a una china pequeña y mayor que nos ha llevado a trote a su zulo de bolsos, situado en un sexto piso sin ascensor de una calle cercana. Surrealista, el sitio… en cada piso había habitaciones con chinos cosiendo, como en los reportajes de explotación laboral. Tremendo el tema. Al final, Martita y Marían han arrasado, y se han llevado un montón de bolsos la mar de variopintos e ideales.

Como yo soy más glamourosa, no he pillado ningún bolso (sí, sí, ya sé que os choca), pero es que el yo quiero es muy concreto, y vale el doble de los normales, como debe ser, jajajajaj. Eso sí, he cogido un reloj para mi amado progenitor, uno para mí, un llavero de Tiffany’s y unas gafas de Chanel de esas enormes y tremendas que destilan Glamour… una pasada.

Hemos vuelto como a las 6 de la tarde (8 horitas después de nuestra salida), cansadas, pero satisfechas. Supongo que esta noche saldremos también, aunque nunca se sabe, ahora mismo (las 10 de la noche) no parece haber demasiado movimiento.

Sad Eyes, cariño, siento el vacío de ayer. Pero espero que hoy estés orgullosa de mí por mis compritas y por las fotos de los chicos del grupo que me pedistes…

Un besote (hora local, las11 de la noche)