Ghosts...
La segunda fue de Tomatita, para formalizar un acuerdo de contrabando de apuntes que tenemos desde hace algún tiempo... muy rentable para ambas.
También me contó la historia de un avistamiento... inquietante.
Pero no os vayáis a asustar.
Inquietante no por nada, sino porque confirma lo que ya deberíamos haber... no sé, interiorizado. Que existía, y existe, la posibilidad real de que yo misma viva el mismo avistamiento, algo que ya sabía, como os digo, pero que por diversas circunstancias no había querido no plantearme. Vamos a ver si me explico…
A veces en la vida de una existen fantasmas. Se pasean por nuestro inconsciente a sus anchas en un estado latente, que ni molesta ni estorba, pero que no deja de estar ahí. De vez en cuando, esos fantasmas afloran. La mayoría de las veces, se trata de recuerdos inducidos: un olor, una fotografía olvidada en un cajón, un dejà vu cualquiera… otras veces a raíz de sueños, y, otras, son las conversaciones las que los materializan, como en este caso de que os hablo… y entonces, por más que intentes detenerlos, los fantasmas vuelven, si quiera por unos minutos, pero vuelven. Con el tiempo, y las nuevas experiencias, ese volver se hace cada vez menos intenso, más frágil, provocando cada vez menos revuelo en el pulso, en los sentimientos… pero es imposible que desaparezca del todo, y por eso es inquietante.
Pues bueno… ahora estoy lista. Lista de verdad.
Por cierto, que a ver si además me pagan los de Copenhague… que las matrículas no salen gratis y ese dinero ya tiene destino…
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