Ich bin Berlinese...

¡Hola a todos!

Siento haber estado desaparecida long ago, pero entre que la semana pasada no pasó nada realmente interesante desde la fiesta española y que el viernes salía para Berlín a las 7 y media de la mañana... pues como que os podéis imaginar. Así pues, aquí estoy, dispuesta a contaros mis aventurillas y nuevas experiencias en tierras berlinesas...

La 1ª de ellas fue la poder viajar en ferry por primera vez en mi vida, y con autobús y todo, ¡nada menos! Desde la universidad (por cierto que se puso a jarrear durante el camino desde Holger hasta donde habíamos quedado para a continuación parar) hasta el ferry en double deckered bus y off we went!! Durante el camino de ida tuve la oportunidad de ver Finding Nemo, que tenía muchas ganas y que, por cierto, me encantó ¡Tenías razón, Belle! Es una película tremenda, a la vez triste y divertidísima que recomiendo a todos que veais (Min y yo no paramos de reírnos a carcajadas en toda la peli, especialmente con las salidas de algunos personajes... las tortugas son para morirse)... ya os digo que me gustó muchísimo.

LLegamos a Berlín sobre las 5 de la tarde para encontrarnos con varios atascos, una manifestación de la población árabe de la zona, una espantosa ola de calor (me pregunto de qué sirve viajar al norte de Europa si no puedes huir del calor de Madrid) y un estupendísimo albergue, curioso él, sin embargo. Las habitaciones estupendas, el servicio bueno... pero los pasillos ¿qué decir de los pasillos? parecían sacados de una peli de terror o una de las calles colindantes al barrio rojo de Amsterdam, laaargos y con unas espantosas luces de neón que le daban un aspecto freaky de verdad de las buenas... ver la foto y juzgaz vosotros mismos...

Como no había mucho tiempo aprovechable para el turismo entre nuestra llegada y la cena (alojarse en un hostal en los suburbios del este de Berlín es lo que tiene), las girls (Zoe, Min, Janice & I) nos fuimos a un typical mall de Berlín a hacer lo propio... ir de compras en las astonishingly cheap sales de la ciudad. Balance: una camisa decinonónica y una banda a topitos para el pelo, 20€... ¿no está mal, eh?

Por la tarde-noche, nos fuimos con toda la peña de CBS a un Beer Garden cercano. Un beer garden parece ser una cosa muy típica aquí, en tierras germanas, y se trata de baratos restaurantes con mesas al aire libre donde lo que importa no es la comida (que también) sino la cerveza, que la ofrecen a precios más que razonables. 10€ por 2 pills de cerveza y una cena de chupapanymoja... ¡eso sí que fue una experiencia! ¿qué más se puede pedir si además te encuentras rodeada de buen humor y en un jardín disfrutando - gracias a dios- de la fresca noche?

Con todo, gracias al egoísmo de Rene (un mej
icano canadiense mogollón de pesado que siempre habla de lo que no sabe) nos tocó volvernos solos a un grupo de gente y a mí solos a las 12 y algo de la noche por los suburbios de Berlín... algo nada recomendable con no clue, como teníamos nosotros sobre el funcionamiento del transporte el público de Berlín que, dicho sea de paso, utilizamos gratis durante todeo el finde. Con todo, llegamos sin el menor probelma al hostal y, eso sí, con mucha juerga encima todavía (esa cerveza...). Pero por la mañana, cargada de sarcasmo y con aspecto de indiferencia, me encargué de decirle a Rene de lo que pensaba de sus lame excuses sobre su abandono hacia nuestras personas... ¡hombre ya!

El sábado, wake up early, free buffet (¿seráposible que lo bocadillos se sigan cayendo en mi bolso durante el desayuno?) y camino a la
Puerta de Bradenburgo, que, by the way, es impresionante. Está en medio de una gran plaza flanqueada por las mayores embajadas y el hotel desde el que Michael Jackson casi desgracia a su retoño. Para aquellos que no lo saben, como yo antes de mi visita, deciros que la diosa que la corona no ha estado allí todo el tiempo. Cuando Napoleón se pasó por aquí, le gustó tanto que decidió raptarla y se la llevo a Francia, con el consecuente cabreo de los alemanes, que la rescataron en otra guerra años más tarde (porque para qué hacer una copia) y la pusieron de nuevo en su sitio, mirando a la embajada francesa, para restregárselo en las narices (algo que hacen con casi todos los monumentos aquí). El resto de su historia es por todos conocida: emblema de la ciudad y símbolo de la división superada, se encontró en la tierra de nadie directamente en el “Muro de Berlín”, nadoie podía acercarse a menos de 200 metros de ella. Después de la caída del muro, la puerta se abrió nuevamente el 22 de diciembre del año 1989, y se ha convertido en el símbolo más querido por los habitantes de Berlín.

El caso es que allí fue donde conocimos a Nick, nuestro guía, un tipo inglés (¡qué acento, madre mía... qué acento!) a nimadísimo y super enrollado que nos contagió su entusiasmo por la ciudad en un periquete con sus historias y sus sarcasmos.

El tour fue fantástico y horrible a la vez, los 35ºC bajo un sol de justicia caminando de un lado para otro sin parar son el motivo. La quemada que me pegué en los hombros y el pechito fueron de aúpa. Pero ya os digo que el tour fue fantástico también. Berlín es un lugar lleno de contrastes y apasionante, porque cda rincón es un segundo en la HIstoria reciente de Europa. Tan pronto te encuentras con el sitio donde estuvo en su bunker Hitler, como los restos de un edificio que en su día fueron oficinas de las SS (hoy Hacienda- ¡qué ironía!-), como giras la esquina y topas con el memorial en honor a los judíos... que es más que impresionante. Cientos de piedras de cemento de diferentes tamaños y perfectamente alineadas, que, al pasar a través del pasillo que dejan, te van adentrando en un laberinto que te envuelve. A mí me causó escalofríos... (es la imagen de la izquierda de la foto, al lado de los osos y bajo la puerta).

También vimos el Check Point Charlie (por donde pasaban los americanos cargaditos de elementos de contrabando) y, por supuesto, parte del Muro de Berlín, uno de los trozos más largos. Allí Nick nos contó cómo la gente intentaba escaparse de las maneras más creativas (estampando un coche contra la barrera y, cuando la arreglaron para que nadie pudiera pasar, por debajo) y más tristes, dando a sus hijos a gentes del otro lado del muro para que tuvieran una vida mejor.

Una de las plazas más bonitas de Europa también se encuentra en Berlín, se trata de la Gendarmenmarkt. Aquí se encuentra el Konzerthaus Berlin, cuna de la ópera europea y de un diseño clásico espectacular, se encuentra flanqueado por dos impresionantes y calcadas iglesias de bellísimo aspecto correspondientes a las catedrales francesa y alemana respectivamente. La segunda se contruyó por envidia a la primera, ya que los alemanes no tenían semejante belleza de edificio para llevar a cabo sus oraciones.

Camino a la Bebel Platz, aunque algo apartada, hay también una bella iglesia, la Catedral de Hedwig, cuyo párroco católico fue el primer en incluir oraciones por los judíos en tiempos de guerra. Este, lógicamente, le trajo problemas, y a los 80 años fue condenado a prisión. Este valiente hombre, aún con su edad, rogó que su destino fuera paralelo al de los miles de judíos enviados a los centros de concentración, y sus ruegos surtieron efecto. Sin embargo, no logró su objetivo. Murió congelado en un tren camino al campo. A su lado, la Ópera Nacional, primera en abrirse al público en general por el propio Rey y más tarde, refugio de Hitler (quien disfrutaba muchísimo de la ópera).
También me gustó la Bebel Platz, más que nada porque allí está la exposición itirerante de los United Buddy Bears, 142 que bajo el lema "tenemos que conocernos mejor para poder entendernos mejor, tener más confianza unos en otros y poder vivir mejor todos juntos" representa a los países miembros de las Naciones Unidas con el objetivo de simbolizar la paz. En frente de ella se encunetra la universidad que, sin duda alguna, merecería denominarse "Fábrica de Premios Nobel", la Universidad de Humboldt, donde uno podía cruzarse por los pasillos con el mismísimo Einstein...

Otra de las cosas típicas en Berlín son los muñecos de los semáforos del este de la ciudad. Más conocidos como Ampelmann. En vez de los aburridos muñecos sin personalidad del resto del planeta, en Berlín tienen a este fantástico muñequillo, una de las pocas cosas que se salvaron de la destrucción que asoló el este de Berlín tras la Guerra a modo de olvido. Hasta tiendas, tiene el tío, es original que te pasas...

La siguiente parada fue la Isla de los Museos. Se trata de una herencia cultural única en el mundo y bastante curiosa. Cinco significativos museos están unidos en un heterogéneo pero armónico conjunto a orillas del río Spree. Aquí se pueden visitar los siguientes museos: el Museo de Pérgamo, Museo Antiguo (colección permanente de antigüedades), Museo Nuevo, Antigua Galería Nacional (arte del siglo XIX) y el Museo Bode. En una de sus fronteras encontramos un mercadillo que no pudimos resistirnos a visitar... las chicas somos así, al olor de la ganga...
En uno de sus lados, la magnífica Catedral de Berlín, chocante si se tiene en cuenta que es luterana y que, por lo tanto, debería reinar la sobriedad. Se trata de un impresionane edificio cuya cúpula nada tiene que envidiar a la Catedral de San Pedro, a cuya imagen se hizo en el sentido de que querían que fuera la sede del protestantismo.

Y aquí terminó nuestro tour. Con toda la tarde por delante, volvimos sobre nuestros pasos para ver de cerca algunas de las cosas que habíamos pasado y, ya de paso, buscar una tienda de souvenirs con los que deleitar a parientes y amigos. Dicho y hecho, arramplamos con la mayor de las tiendas de recuerdos y todos salimos con más de una bolsa... claro, que antes subimos a ver el Reichstag, cuya cúpula transparente ofrece unas magníficas vistas de la ciudad. Eso sí, tuvimos que sufrir sudores y calores para entrar, una larguíiiisima cola, detectores de metales... tremendo. El edificio por dentro es impresionante y mereció la pena, aunque no nos quedamos mucho tiempo en parte por el cansancio, en parte porque teníamos que ir a casa a cambiarnos para...

EL PUB CRAWL!!!
¿Lo cualo? el Pub Crawl. Los guías que tan amablemente guiaron nuestros cuerpos a punto de derretirse por la ciudad de Berlín, nos tenían preparado otro tour que algunos consideraron más interesante. Por 9€ teníamos vodka con naranja gratis para toda la noche, además de la entrada a 5 bares distintos más descuentos de bebidas... el paraíso de la juventud marchosa. De las mejores noches de mi vida. The Girls and I estuvimos con una juerga toda la noche de no parar, y perdimos la cuenta de los chupitos de naranja allá por el 25. Sorprendentemente, yo ni pedo ni nada, lo cual me hace pensar que, o me los estaba pasando demasiado bien para darme cuenta o tengo un aguante de aúpa. In any case, como podéis observar en las fotos, fue una noche increíble y divertidísima...

Janice, Elise y yo decidimos cortar por lo sano y volvernos a la llegada al último club... demasiada gente tremendamente pedo para nuestro gusto, además de un dolor de pies de morirse. Tuvimos suerte y según nos volvimos, apareció un taxi como caído del cielo, lo que garantizó nuestra pronta y save llegada al hostal, donde aún pasamos una hora charlando y cotilleando.

El domingo por la mañana, de vuelta para Koenhavn no sin antes hacer una parada en el campo de Concentración de Sachsenhausen. Una visita que yo esperaba.

A pesar de que se trata de uno de los campos de concentración de más pequeño tamaño, es famoso por lo bien conservado que está. Fue el principal campo nazi en la zona de Berlín, cerca del antiguo campo de Oranienburg. El campo abrió sus puertas el 12 de julio de 1936, cuando las SS transfirieron 50 prisioneros desde el campo de Esterwegen para comenzar la construcción de Sachsenhausen. En la primera fase de su existencia, el campo de Sachsenhausen fue destinado, principalmente, a prisioneros políticos.

Durante la Kristallnacht de noviembre de 1938, el jefe de las SS Heinrich Himmler ordenó el arresto sumario de unos 30.000 judíos y su encarcelamiento en los campos de Sachsenhausen, Dachau y Buchenwald; unos 6.000 judíos fueron deportados al campo de Sachsenhausen, durante esta acción.

A mediados de septiembre de 1939, poco después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la policía arrestó a 900 judíos, principalmente ciudadanos judíos de Polonia y judíos apátridas, que vivían en la zona de Berlín, y los encarceló en Sachsenhausen. Las condiciones de vida en el campo empeoraron progresivamente desde el momento de iniciarse la guerra: muchos presos murieron en Sachsenhausen debido al cansancio, hambre, abusos y falta de atención médica.

Las fuerzas de ocupación alemanas en Polonia comenzaron a ejecutar sumariamente o a deportar a campos de concentración a miles de polacos, especialmente profesores, universitarios, sacerdotes, funcionarios del Estado y otros dirigentes, en un intento de eliminar la élite educada polaca y prevenir así la resistencia organizada contra el dominio nazi en Polonia. Algunos de estos deportados fueron a parar a Sachsenhausen: por ejemplo, en mayo de 1940, 1.200 prisioneros polacos llegaron al campo desde la prisión de Pawiak, en Varsovia, incluyendo muchos jóvenes, más de 60 sacerdotes católicos, oficiales del ejército polaco, profesores, doctores y oficiales del gobierno.

El primer grupo de prisioneros de guerra soviéticos llegó al campo a finales de agosto de 1941. Hacia mediados de noviembre de ese año, las SS deportaron a unos 18.000 prisioneros de guerra soviéticos al campo de Sachsenhausen; en total, más de 13.000 de esos prisioneros fueron fusilados en Sachsenhausen.

En relación con el levantamiento polaco de Varsovia, en agosto de 1944, los alemanes expulsaron a la mayoría de la población polaca de Varsovia, y finalmente deportaron a unos 65.000 polacos a diferentes campos de concentración en Alemania. Más de 3.500 de los expulsados fueron enviados a Sachsenhausen, antes de que las fuerzas alemanas pudiesen aplastar el levantamiento, a comienzos de octubre.

A mediados de enero de 1945 había más de 65.000 prisioneros en Sachsenhausen, incluyendo más de 13.000 mujeres. Durante la guerra, el trabajo forzoso de los presos de los campos de concentración se fue haciendo cada vez más importante para la industria de armamentos alemana. Como resultado, Sachsenhausen se expandió en un sistema de 60 subcampos, concentrados principalmente alrededor de las industrias de armamentos en la zona del Gran Berlín, en el norte de Alemania. Los prisioneros en el campo de Sachsenhausen también fueron sujetos a experimentos médicos.

Con la aproximación de las fuerzas aliadas, los guardias de las SS comenzaron la evacuación forzosa de más de 30.000 prisioneros de Sachsenhausen, forzándolos en una marcha hacia el noroeste. Los guardias de las SS disparaban contra todos aquellos incapaces de caminar. Las tropas soviéticas liberaron a los supervivientes el 2 de mayo, cerca de la ciudad alemana de Schwerin.

Las fuerzas soviéticas también liberaron el campo de Sachsenhausen el 22 de abril de ese mismo año, y se encontraron con unos 3.000 prisioneros enfermos. Los archivos del campo indicaban que las SS habían deportado a más de 140.000 prisioneros al campo de concentración de Sachsenhausen, y que al menos 30.000 de esos presos habían muerto. Las SS también habían deportado al campo decenas de miles de prisioneros no registrados, incluyendo más de 18.000 prisioneros de guerra soviéticos, que habían sido exterminados poco después de su llegada al campo.

Una comisión de investigación soviética analizó los hechos del campo de concentración de Sachsenhausen, después de la guerra, para recoger evidencias de los crímenes de las SS cometidos allí. Los trabajos de la comisión llevaron al juicio de 16 antiguos guardias del campo ante un tribunal militar soviético en Berlín, a finales de octubre de 1947. En noviembre, el tribunal militar soviético condenó a todos los acusados a 14 penas de cadena perpetua (la Unión Soviética había abolido la pena capital en mayo de ese mismo año), y dos sentencias de 15 años de prisión.

Impresionante fue nuestra llegada. A pesar de que todos veníamos deseosos de algo de movimiento después del viaje en autobús, con la entrada en el campo, se hizo el silencio. Todo el mundo caminaba de un lado a otro con su mapa y en un silencio pasmoso, lo que hacía patente el respeto que todos sentíamos por el lugar. Me impactó por su tamaño... si este era de los pequeños, no quiero imaginarme los grandes. Peor me llamaron la atención las intalaciones, tan bien conservadas. Las camas, los infames baños... todo estaba como si ayer mismo hubieran sido utilizados... impresionante y muy emotivo, algo digno de ver para que no se nos olvide el terror y la infamia de aquellos tiempos.
En fin... cero que eso va a ser todo, sólo de haberlo revivido todo me he vuelto a cansar y además, Marie me llama a cenar...

No os podéis quejar, ¿eh?
Besitos!!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Recomendaciones de Agnes: “La Canción de Aquiles” y “Circe” de Madeline Miller

Historias policiacas para los que buscan emociones fuertes

Ilustraciones Chez Agnes: Bienvenida primavera