Castillos en el aire...

Good afternoon our daily readers...

Después de las jornadas vikingas vividas ayer, las chicas y yo decidimos cambiar tan mundanos entretenimientos con algo más sofisticado, con lo que nos fuimos rumbo al
Amalienborg Castle, residencia actual de la familia real danesa y parada obligatoria en todo aquel que quiera disfrutar de esta increíble ciudad.

Habí
amos quedado con Janice en una plaza cercana para irnos para allá y ver a las 12 el cambio de la guardia, pero Janice se durmión and never made it. Así que, sorprendentemente y por total casualidad, nos cruzamos allí con los guardias (que van clavaditos vestidos a los de Londres) y decidimos escoltarlos hasta la plaza del Palacio. Fue divertidísimo porque andaban como un bloque por la carretera, parándose en los semáforos y todo... más cucos, jajajaja, aunque mucho menos serios que los londinenses, pero anyway.

Como ya os he mencionado, aquí los daneses están muy organizados y, como la Familia Real es una cosa muy seria, pues los tour también lo son. Cuando llegamos, sin emabargo, el tour en English estaba complet, así que no nos quedaba otro que hacerlo en danés si queríamos visitarlo, así que ahí que fuimos. Grandiosa decisión. Primero, porque como el grupo estaba mayoritariamente formado por angloparlantes
la guía tuvo a bien hacernos el viaje en inglés y danés, todo un detalle por su parte. Segundo, porque el castillo en sí es precioso... awesome, se lo recomiendo a todos los que puedan visitarlo. Os he puesto unas fotitos para que le echéis un vistazo.

En fin, de ahí nos fuimos a visitar la gran cúpula de Kopenhavn, la
Marmo Kirke (Iglesia de Mármol), una dome hecha a imagen y semejanza de las de Roma, pero aquí. Es enorme y preciosa, y se ve desde todas partes, así que os podéis imaginar la impresión de verla de cerca. Para colmo, atinamos de nuevo con el horario y pudimos subir a verla desde arriba, que se levanta a unos 60 metros del suelo. ¡Qué espanto de escaleras, madre de dios! pero mereció la pena... la vista desde allí era increíble, y el entorno, con el palacio de frente y el canal, pues precioso también. Total, que a pesar de las espantosas escaleras (de esas en espiral y en las que a duras penas cabe una persona), nos encantó poder subir. El guía, además, era muy amable, así que salió redondo el asunto.

Hecho esto, hicimos una paradita estratégica en Nyhavn, el puerto, que se encuentra en los alrededores, para comer. Como era nuestra semana turista, pues decidimos hacer otra de las pocas, poquísimas cosas que nos quedaban del TO DO list de todo visitante responsable de esta ciudad:
comernos un perrito caliente. Buenísimo... con cebollita frita, mostaza y ketchup... riquisísimo, fenomenal para coger fuerzas para nuestra siguiente parada, mázime cuando pudimos disfrutarlo con música de Jazz de fondo, pues había espectáculo de los pertenecientes al festival de Jazz de Kopenhavn.

Bastante cansaditas y con un calor tremebundo, encaminamos nuestros pasos por la orilla del canal hacia la
Lille Havfrue, más conocida como la Little Mermaid, símbolo por excelencia de esta ciudad y cuya historia, aunque triste, es de todos conocida gracias a post anteriores. El que no se la sepa, que tire millas hacia los inicios de mi estancia aquí (¿es posible que hayan pasado ya 3 semanas?). Las chicas no quisieron, pero yo no me pude resistir y, descalzándome, brinqué entre las piedras para acercarme a la Sirenita y obtener tan bello retrato como el que veis junto a estas líneas... Belle es una fotógrafa estupenda.

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