Sábado, sabadete

Ayer tuve un día la mar de fantástico, en el amplio sentido de la palabra. Para empezar y como sabiáis todos, tenía examen, lo cual provocó que me levantara escandalosamente temprano para un sábado. Lo peor fue que en el momento en que yo me levantaba para ir a mi pequeña torura, mi hermano llegaba de juerga, de las fiestas de Majadahonda, y no pude más que maldecirle en voz baja de pura envidia… Total, que para la uni que me fui. En el trayecto hacia allí me crucé con varias parejas de novios comiéndose a besos que salían de los afterhours, y a un grupillo de locos bastante perjudicados por el alcohol que acabaron duchándose en la fuente de SanBer… a ellos también los maldecí.

Mi llegada a la Universidad fue como la entrada en un cuento de terror. Después de atravesar el jol iluminado pareció que entraba en un mundo dejado de la mano de Dios (qué irónico, ¿no?) Tenéis que imaginaros el momento… el viejo edificio de la Universidad, cubierto hasta media altura de azulejos de dibujo oscuro, con esos techos tan altos y, no nos olvidemos, las obras (el polvo por el suelo, las mesas y sillas amontonadas bajo la carpa del patio, los cables…) daban al lugar un aspecto bastante tenebroso, y más con ése silencio… horrible, de veras. Lo peor fue cuando descubrí que me tocaba subir al tercer piso por la escalera de Madera, también a oscuras, que tiene la particular mania de crujir bajo tus pies a cada escalón… un panorama dantesco, no me lo podréis negar.

20 minutos antes de que diera comienzo el examen, una joven monja entró en el aula y se sentó a mi lado, parecía que ella también iba a examinarse, pero cuando se dió cuenta de las materias de las que teníamos que dar parte los demás, concluyó que estaba en el aula incorrecta y, no sin antes preguntarme si sabía donde tenía lugar el examen de Introducción a la Biblia, marchó de allí. Fantástico, ya os lo digo. El resto del examen… supongo que bien, quiero decir, no me salió demasiado mal, pero demasiado bien tampoco, así que espero que la Divina Providencia se porte, y me regale un bendito 5… el resto es historia. Mucho frío, mucha lluvia, y la conclusión de que el bendito otoño se ha instalado definitivamente en Madrid ¡bienvenido!

Por la noche salí, y mentiría si dijera que estaba animada… pero la cosa cambió a medida que avanzaba a noche. Fui a cenar con Belle, la Futura Opositora y la Tomatita a un sitio llamada Indochina que JR había recomendado a Belle en el trabajo. La comida muy rica y abundante y el entorno muy chic, únicas pegas: el camarero, al que no se le entendía ni jota, y el baño que, algo cutre, se esconde tras una pequeña selva en un rincón del local… JR, desde aquí te felicito por la recomendación… tú y yo deberíamos sincronizar agendas.

De allí, y con el ánimo en ascenso, marchamos hacia la pizpireta calle de Huertas. Ni os imagináis el frío que hacía… ¡madre de Dios! Un viento helador que parecía venir de todas partes. Una vez allí y cual 4 mosqueteras, concluimos en arrasar en los locales y bailar hasta que nos calléramos de cansancio, y ésa era nuestra intención, pero inesxplicablemente la zona estaba semidesierta y la media de edad superaba la nuestra con creces, así que a eso de las 2, decidimos volvernos para casa. De todas las maneras, lo pasamos de vicio. Bailamos mucho y nos reímos más, y como yo andaba bastante sembrada, entretuve a la Tomatita con chascarrillos y voces al más puro estilo del programa el Tomate (de ahí su apodo) durante toda la noche con todas las cosas que nos iban ocurriendo… lo dicho, que lo pasamos de fábula… ¿Para cuándo la próxima girls?

PD. : Desde aquí recomendamos la asistencia el próximo octubre-noviembre a la sala Triángulo, para ver una obra llamada “Presas”. El puerta de uno de los locales de Huertas, un chico divertidísimo y la mar de agradable, que actúa en la obra nos dijo que asistiéramos, además, las críticas lo calificaron del “acontecimiento teatral del año”, así que nosotras pensamos… ¿y por qué no?

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