#ChezAgnesWritings: Enero, un mes de sentimientos encontrados
Enero para mí es un mes de contrastes y emociones encontradas. Por un lado, para muchos representa nuevos comienzos, una página en blanco en el calendario donde aún todo parece posible. Por todos lados nos bombardean con el concepto de que es el momento de establecer metas, de imaginar un futuro mejor y de dejar atrás lo que no funcionó el año anterior. En cierto modo para mí lo es un poco – aunque yo doy el pistoletazo de salida al año a la vuelta del verano, pero no me dejo arrastrar por esa ola de renovación que parece invadirlo todo. Yo hace años que dejé de hacer propósitos más allá de uno en concreto: vivir mejor. Esto implica hacer lo posible por trabajar más en mí, disfrutar de lo y los que me rodean y expulsar lo que me resta. Facilita el sueño, tranquiliza la conciencia, y me hace más feliz.
Además, es que a mí Enero me produce una especie de melancolía particular. Un poco por toda esa necesidad de plantearse retos y metas, pero también porque tenemos que despedirnos de la Navidad. Las luces de las calles se apagan, hay que guardar los adornos hasta el año que viene y de pronto el bullicio de diciembre se convierte en un silencio abrumador. Hace mucho frío fuera, los días son cortos, las noches largas… y venimos un poco con la resaca de las semanas de atrás, con lo que hay muchas ganas de refugiarnos en casa y buscar el calor de una manta y una taza de chocolate/café/té caliente.
Enero tiene ese punto de dicotomía que me imagino que no será a la única a la que le pase: la ilusión por empezar de cero, de resetear, y un poco de miedo al año nuevo y lo que está por llegar.
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