London Girl I

La llegada a Londres es accidentada.

La maleta tiene sobrepeso: 30 euros y 10 minutos de retraso extra en la ya larga cola.
Al pasar el control de seguridad, soy cacheada. Por un segundo pienso en protestar, y en no dejarme cachear por un segurata cualquiera, exigir que venga la Guardia Civil. Un vistazo al reloj me recomienda que lo deje pasar - Queda media hora para que cierren el embarque y yo estoy a 20 largos de la Terminal satélite – Camino deprisa por los pasillos con la mirada fija en los carteles de mi Terminal. Cuando llego allí, casi sin aliento, me entero de que han retrasado el vuelo 20 minutos. Creo que es la única vez que no me fastidia una noticia así, porque de esta forma, me da tiempo a comer tranquila mientras esperamos.

Hasta Londres, todo normal. La llegada al aeropuerto es lo de menos. Cuando me aproximo al servicio de mini-autobuses que tenía contratado, la amabilidad de los dos chicos que lo lleva me distrae. Pasan largos los 15 minutos que te prometen que como máximo te toca esperar. Y otros 15 más. Cuando pasa la hora y pico, llamo desesperada al Bombón Canario para que no me esperen. Ya están en los Kensington Gardens aguardando mi llegada para que saque las entradas para la obra de Meter Pan, que he pagado yo. Les doy el número de la reserva y simplemente espero paciente a que la cosa no se retrase mucho más.

Con media hora de retraso, por fin, llego. Ha sido un viaje de una hora en furgoneta, una veloz dejada de maletas en la residencia (que apenas me da tiempo a mirar) y un viaje en taxi - ¡madre mía, qué amplios! – pero ya estoy. Suerte que los acomodadores de la obra son tan encantadores que hacen que mi ajetreada tarde mejore considerablemente. La obra me encanta. Es sencilla, pero genial. Me río muchísimo y disfruto como una enana… es un trabajo estupendo, y las entradas ¡fabulosas! Me alegro de que nos animáramos a venir.

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