Impromptu

El de ayer fue un día de lo más completito, para qué nos vamos a engañar. El conocimiento de las fechas de los exámenes de febrero (¿ya? ¡Pero si parece que empezamos ayer!) puso definitivamente en marcha mi reloj biológico universitario y confirmó que desde hoy hasta ese momento, se acabó el salir varios días el fin de semana… so pena de que me las den con queso, o algo peor.
Además, la semana que viene va a ser de las tremendas. Tengo que entregar dos peaso de trabajos en grupo, Monsieur Richelieu dará las pautas para el suyo y estoy segura de que la Genio Sandrita, también (una nueva divagación de un exagerado número de páginas sobre un tema absurdo o tremendamente simple, que lo haga extremadamente complicado) y un examen de D. Comercial el jueves (cuyos cuatro temas son de todo menos cortos y entretenidos), que nos ha caído a todos como una gran losa encima, pues lo esperábamos para después del puente. Pero no pasa nada, with a little help of trust, and pixie dust (que para eso yo soy Campanilla) and organization (pues por nada me llaman la agendita con patas) llegaré al viernes sin mayores penas que un más elevado de lo normal grado de estrés.
Ayer tuve a bien enterarme (gracias a los cotilleos de Lara Croft y Pantène) de una serie de cosas de la universidad de las que no tenía ni la más remota idea. El Tuno (mi excelso delegado, de profesión cachondo y portera – pues habla muuucho más que yo el tío, si eso es posible) y Pulcritud (pues esta chica es maravillosamente pulcra cogiendo apuntes, además de muy buena gente) salen juntos. Por Dios… se sientan detrás de mí… bien es cierto que no dan signos de melosidad alguna, pero bueno.
Por la tarde me dediqué a trabajar en los varios supuestos de contabilidad que hicimos ayer en clase y que por falta de calculadora tuve que dejar indicados… debo recordar el hacerme una nota mental para llevármela a clase. También me tocó esquivar el carácter de mi querido hermano, que es como una persona en sí mismo. ¡Qué cosa más tremenda! Cada vez que lo veo comportarse así, pido disculpas a mi madre por mi adolescencia (que no fue ni mucho menos comparable, pero de todas formas). Ya sé que recién cumplidos los 18, los niños no piensan, reaccionan al cóctel de hormonas que circula por sus venas como si de un río desbordado se tratara, arrasándolo todo… pero el de mi hermano es un cóctel molotov, os lo juro… se está volviendo un crápula con denominación de origen. Toda una lástima.
Ya por la noche me encaminé a mi cita con Belle y la PPerra, con las que pensaba ir al cine (pensaba porque luego resultó que de cine, nada. Parece ser que esta película tiene para la PPerra alguna maldición, pues ha intentado ir a verla 3 veces con distintas compañías, y nunca lo ha conseguido). Bajando al autobús me tocó ir en el ascensor con mi vecino pivón (que según las investigaciones de mi madre responde al nombre de Amador… aunque cariñosamente lo llamemos “el broker pivón” en casa) con su hermano y la novia de éste. Estaba endiabladamente guapo el tío… cosa mala, y también extremadamente efusivo (algo que no es normal, pues es más bien tímido el chaval) y me preguntó que si iba tan guapa porque salía de copas… os confesaré que me sentí pletórica en ese momento, se me puso una sonrisa que me salía por las orejas. Claro que no me había visto los vaqueros y camiseta bajo el abrigo… jejejeje, pero a veces resulto bastante resultona, jejejejeje. El caso es que le dije que no, que iba al cine, y que de todas formas pronto empezaba mi encierro estudiantil. El hermano pareció extrañado, pero cuando le dije lo de las 2 carreras asintió, comprendiendo. Amador se despidió, de nuevo sonriendo y muy efusivo, con que lo pasara bien de cualquier forma. Y mientras bajaba del ascensor, aún con su imagen en mi retina (la de un chico estupendo con gafas de pasta, bien vestido –es de los limpitos, como recién salidito de una viñeta de Jordi Labanda) y aún sabiendo que a priori no saldría con él, pues es algo sosete, me imaginé besándolo en el ascensor, de esos besos clandestinos robados al tiempo. Dios… necesito pimplar… y pronto.
Pero bueno, lo dicho, que no fuimos al cine. En vez de eso acabamos en una pizzería la mar de estupenda en los bajos de Serrano, donde le dimos sus regalos de cumpleaños y el que le trajimos de Lisboa a la PPerra. Le encantaron –pero eso ya lo sabíamos – jajajaja, y tuvimos una charla la mar de agradable. La PPerra nos deleitó con su teoría de la bola interior (sobre la que está pensando en escribir un libro) y otras vivencias, algunas de las cuales generaron en nosotras dos un pequeño resquemor… nada serio, pues hemos dejado de preocuparnos, y mucho menos molestarnos, por algunas cosas. La envidia es mu mala, y algunas personas lo son más.
Un café Starbucks más tarde (al que la PPerra tuvo el detalle de invitarnos) y tras algunas otras confidencias y predicciones de futuro (sin cartas, eso sí, basándonos sólo en nuestra intuición) abandoné el coche de la PPerra y me fui a casa a mimir con los angelitos, muy satisfecha por una noche estupendamente improvisada.
JR lleva tiempo sin escribir… y he de reconocer que lo echo de menos. Pero el pobre está hasta el cuello de trabajo… por cierto que como le vi agobiado, el otro día le hice llegar a Deleite a través de Belle un par mini chocolatinas de las de Kraft, y fui correspondida con un paquetillo de gominolas… ¡qué gracioso!
Un aviso a los navegantes… la ola de frío no ha hecho más que llamar a la puerta, puede que cuando entre venga acompañada de lluvias y vientos huracanados. And I can´t help but wonder… Will it show again in Madrid, just like last year… please?
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