Con “Las Joyas de la Corona” aún sin empezar, sentadita en mi silla en modo intensivo de sol –ojos cerrados, bikini sin tirantes, rebozada de crema hasta arriba y estirada a más no poder- sufro un golpe de realidad que nada tiene que ver con los esbirros de la Lomana: - Oyyyyy NIñaaaaaaaaaaaaaa! Mira quién viene por aquí, la Preñá A mí, me resuenan los tímpanos. Maldigo el dejarme llevar por el romanticismo del sonido del mar y olvidarme el ipod en casa. (a ésta, a voz en grito, como si no la tuviera a un palmo de distancia) - Ay niña… qué guapa y qué gorda que estás, hija. Qué tripa… qué es, un macho? La otra responde, no alcanzo a saber qué, gracias al cielo no abusa del volumen. - Una hembra, dices? Qué maravilla. Aunque los machos… ay! Mira que mi amiga La Trini tuvo un machito el otro día. Asín de gorda estaba… asín Decido no volverme a mirar. Me está costando… semejante ataque de vulgaridad no alcanzo a ver todos los días. Lo de “hembra” y “machito” me ha matado. - C laro que co...