Anacondas de lana y otros cuentos
Un invierno mi madre me
tejió una anaconda de lana. Era fucsia y naranja, y muy larga… una auténtica
anaconda tejida con punto grande que debía de medir 2 yos.
A mí me encantaba mi
anaconda. Era alegre, y larga. Podía envolverme el cuello con varias vueltas y
aún así sus dos extremos colgaban por el frente de mi abrigo marrón chocolate.
Aquella bufanda me encantaba… puede que no fuera discreta (más bien, nada en absoluto),
y puede también que mis amigos supieran a una distancia de varios cientos de
metros que me aproximaba a la universidad. Pero era mi bufanda, y me la había
tejido mi madre… así que era la leche.
Para mí era el culmen del
cariño y de la originalidad. Para empezar, por aquel entonces yo no sabía hacerpunto y no tricotaba cual ametralladora como hago ahora bufandas infinitas comola banda de Möbius, así que el punto era para mí como un misterio aún sin
resolver. Y luego estaba el hecho de que nadie llevaba una bufanda como
aquélla… y eso, en ese momento en tu vida en que buscas hacerte un sitio en la
vida y en el que la imagen lo es todo, es importante.
Es un momento algo raro
para acordarse de una bufanda de lana, así, en pleno mes de agosto y con el
termómetro amenazando con pasarse de los 40ºC, pero es lo que hay. Me ha venido
aquella anaconda de lana a la mente leyendo al genial Guardian, y de pronto las palabras han empezado a fluir
con desenfreno. La inspiración es así… hay días en que me como la cabeza
pensando en lo que escribir sin éxito, y días en que, como hoy, tienes verborrea.
Este invierno pienso
volver a sacar mi querida anaconda de lana rosa y naranja… desde aquel invierno
(del que hace la friolera de 9 años), no recuerdo habérmela vuelto a poner. Este año tengo la excusa perfecta: se lleva la
lana, y hay algunos que dicen que le naranja es el nuevo negro… así que no es
como para ponerse en contra. Si el alineamiento de los astros dice que hay que
sacar la bufanda (como así parece), la sacamos y punto. Y si no corro a
buscarla hoy mismo es porque 1) no quiero morir de sarampión a unas horas de
irme de vacaciones y 2) estoy a cientos de km. De distancia del cajón que la
contiene. Pero la idea me ronda la
cabeza, podéis apostar a que sí. Soy una virgo, después de todo.
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