Mercedes-Benz Fashion Week. Día 4 Las pieles que abrigaron la pasarela

Comenzaba el desfile entre tinieblas con una fuerte música de chelo. Yo contemplaba desde las alturas, como un búho, a las modelos de Miguel Marinero entrar en la pasarela como diosas Diana envueltas en pieles, paseando entre un bosque de maniquíes decorados con ramas de olivo entre los que yo misma había paseado minutos antes en el backstage…


El backstage… todavía sonrío con el recuerdo. Bastante sorpresa fue para mí poder ir al desfile, mucho más cuando me dieron acceso “al otro lado”, como Alicia a través del espejo. Confieso que era la primera vez en mi vida que cruzaba el umbral, y me hizo muchísima ilusión. En los minutos previos al desfile contemplé con curiosidad, algo de reparo y mucha alegría contenida cómo las modelos pasaban de los vestuarios al salón de maquillaje, dejándose hacer sencillas trenzas y maquillajes de ojos ahumados mientras yo las espiaba desde la sombras.


Vuelvo al desfile, y las modelos siguen paseando entre las sombras de los árboles improvisados. Clásicos y lujosos abrigos en tonos naturales que recuerdan a tardes de campo y días de caza. Ellas llevan maravillosos sombreros decorados con escarapelas y larguísimas plumas de faisán adornando sus cabezas, que llevan erguidas y a paso formal con botas altas de piel. Los sombreros me tienen enamorada, y más de una vez suspiro al ver una nueva salida.


De pronto cambia el ritmo del desfile, y las Dianas cazadoras dejan paso a amazonas elegantes perseguidas por mozos de caballería que portan maravillosos sacos de piel. Entre ellas, una niña pasea a sus perros de caza divertidamente vestidos con chalecos de piel de camuflaje y el trío se gana de inmediato al público y su aplauso. De nuevo y casi imperceptiblemente, cae la noche sobre el campo y vemos a las amazonas tornarse damas que asisten a fiestas en medio del bosque, ataviadas con vestidos negros metalizados y abrigos de piel oscuros, siempre presentes las botas altas de pie, y apenas algún zapato de tacón suelto.


Llega el final del desfile y con él se pierde la magia del bosque, para adentrarnos en una ciudad oscura y cubierta por la niebla, entre la que un acordeón y un violín hacen de intermedio. Aunque la idea es buena (las modelos han de cambiarse), el interludio musical se hace un poco largo, y es el momento en que algunos abandonan la pasarela, algo incómodos por el desconocimiento de que la piel iba a ser la protagonista de ambos desfiles.


Tras el violín y el acordeón, la fiebre urbanita se desata, y donde hubo elegancia y sobriedad, clasicismo en estado puro, hay ahora color, modernismo y algo de irreverencia. En el desfile de Jesús Lorenzo las pieles se transforman, se colorean de rojo, amarillo y azul para vestir a una mujer joven que huye de los convencionalismos en lo que a la piel se refiere. Las modelos llevan leggins deportivos en gris algodón, o estridentes metalizados (una tremenda falta de juicio a mi entender... pues lejos de quedar informales quedaban desganados). 


Los abrigos reversibles y las piezas de patchwork, sorprenden y llaman la atención, y aunque se ve alguna que otra pieza más clásica (un chaleco de zorro en color natural que me enamora nada más salir), es una artimaña, pues la sorpresa se esconde al darse la vuelta la modelo (y descubrir que el chaleco está abierto por detrás, al contrario de lo que sería natural). Según aformaba el diseñador a vogue, «Me he inspirado en dos tendencias que serán un éxito el próximo año: el steampunk & el glam. De la fusión de ambas, mi colección crea un nuevo concepto: el Steam Glam, una propuesta única, made in Groenlandia, que causará sensación».

Podéis ver vídeos de ambos desfiles en la página de Facebook de Chez Agnes -> En este link

Las fotografías son de Vogue.es

Comentarios

Petdeloup ha dicho que…
el rojo es espectacular... de qué animal es? ;)
Miss Cross ha dicho que…
Pues la verdad es que no tengo ni idea, pero a que es espectacular el color?

Gracias por tu comentario!

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