Networking...


El networking es una cosa mala… mala de lo buena que es. No tenía yo ni idea de cuán interesante era hasta hoy mismo. Ni siquiera cuando allende los mares, en NY, NY, nos llevaban a networkear era yo consciente. Pero ahora sí, y tan contesta que estoy.

Pero os cuento, que os pierdo si no. En mi apasionante JOB QUEST de vuelta de las vacaciones, traigo noticias desde el mundo del lujo. No, no tengo trabajo. Qué más quisiera… pero ya tengo mi bella cabecita metida en el proceso gracias al ya mencionado networking (playero, en este caso, y de clase, ahora que ya ha sonado mi nombre por ahí). En opción “prácticas” eso sí, que una no tiene experiencia en el mercado en cuestión y esto es lo que me ofrecen para irme adentrado. Al precio y los horarios ofrecidos, yo tan contenta.

Más cosillas. Ayer comí con mis chicas Inside. Con la Sevillana, y con Carmencita (fême fatale, que liga la tía que le hacen cola los pretendientes). Es una suerte haberlas conocido… porque a pesar de que son algo más peques que yo, hemos entroncado, y son excelentes personas. Un besito, guapas.

Ayer recibí una llamada concerniente al viajecito que nos íbamos a marcar este finde por tierras leonesas (y digo íbamos porque a la vista de mi nueva situación prelaboral y teniendo en cuenta que hay que revalidar en breve, me temo que me voy a descolgar del plan. Lo siento sobre todo por Sad Eyes, que fue suya la idea y la he tenido en vilo por ni sé cuánto tiempo. Pero es lo que hay). La llamada no me gustó un pelo. Ni el contenido, ni las formas. El cabreo se me ha pasado, sí… pero ahí quedó un poso… que no sé, me cuesta. Pero, nuevamente, a veces es lo que hay. Se me pasará, supongo.

En fin... a otra cosa, mariposa.

He ido a invertir un dinerito que tenía en concepto de vales en perfumería por mi cumpleaños, y he salido con dos compritas buenas, bonitas, y no, baratas precisamente no. Ja. Una de ellas es una cosita que llevo desde antes del verano viendo en mis queridas revistitas de moda, y de la que me enamoré desde el primer momento. Se trata de un dado misterioso, el “cubo mágico”, denominado Destinity Cube de la línea de otoño-invierno de Lancôme, inspirado en una caja china del siglo XVIII que es simplemente divino. Se trata de un cubo, en cuyo interior guarda dos sombras de colores pastel y dos gloss de labios en tonos rosas para que estés perfecta en todo momento. Debido a su pequeño tamaño, resulta cómodo de llevar y cabe hasta en los bolsos más pequeños. Te permite sacarte de un apuro poniéndote guapa, ya que viene con espejo incluido. ¡Me encanta! ¿Qué os parece? ha sido un pequeño capricho en toda regla...

El segundo detallito ha sido un precioso gloss rosa de Dior Addict. El packaging es sensacional, no tanto como el del cubito, pero discreto a la par que elegante...

Lo de que las compras suben la moral, no es broma, doy fe. Besitos

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