El Ilusionista...

Diecisiete

Bieeen

Así que ya está… se pasa el día de puente y back to work… although neither os us is really doing anything, la Andaluza o yo.

Ayer fui al cine. Tenía el capricho, la necesidad. Así que llamé a Sad Eyes para ver si se apuntaba, y lo hizo.

Un par de mensajes y se apuntaron el Ingeniero, Matthew y Phenomene.

Mi poder de convocatoria va en aumento, todavía flipo con el quórum del martes…

En fin, el caso es que nos fuimos al Proyecciones de Fuencarral. Yo me bajé andando desde casa porque sabía que hacía un frío espantoso, y e encantan las tardes así. Así que me bajé andando esquivando a la gente por Goya, con parada estratégica en el Starbucks, hasta el punto de encuentro en Bilbao. 35 minutos con atasco humano y café… me moví rápido.

Ni podéis imaginaros la cola. Para el momento en que llegamos a la taquilla ya no quedaban entradas ni para la primera fila, si no eran separadas. Sad Eyes gritó un “da lo mismo” a la taquillera que no dejó lugar a discusiones, y yo… bueno, me encogí de hombros a pesar del gesto de sorpresa de Phenomene, dispuesto a contemplar otras opciones. Así que, así fue, 5 entradas como sean para ver El Ilusionista.

Sad Eyes se inmoló sola en la primera fila, y Phenomene y yo en la segunda lateral, unas entradas bastante buenas a pesar de estar en escorzo. Ingeniero y Matthew fueron los más afortunados, uno detrás de otro como si fueran en el tren… la situación era hilarante.

Y empieza la película… fabulosa. Edgard Norton, cada día me convenzo más, es un pedazo de actor como la copa de un pino… y encima, bueno, pues está tremendo ¿qué le vamos a hacer? Sólo imaginaros por un minuto el plantel: Viena + ambientación del XIX + Edgard Norton haciendo de mago elegante. Pues tremendo tremendo…

Porque el misterio, la magia… son mucho mejores que el poder, político, se entiende. El heredero al trono de Austria me estuvo dando mal rollito toda la peli. Yo prefería los trucos, los juegos, las palabras del mago… la distracción, y todo ese halo de misterio que todo lo envolvía, las dudas, la perpetua pregunta… ¿cómo lo hará?

La historia, como bien dice Bqueizan, un poco cliché: Chico pobre conoce a chica rica y son separados por la imposibilidad de, si quiera, una amistad con la distancia de clases de por medio. Chico viaja y aprende a ser mago (magnífico, todo sea dicho). Casual reencuentro en una función. Ella está prometida. Pero no se han olvidado. Amor prohibido y… el gran truco final.

Y la gran sorpresa…

Me encanta el truco de la muerte, cuando se reúnen después de 15 años. Esa capa que ella lleva... las palabras de él, que todo lo envuelven. La burla, el desafío. El desmayo. Es simplemente sublime.

Es una película que te hipnotiza desde el primer minuto con esa atmósfera como de sueño (la película parece que la grabaran en tiempos remotos) y suspense. Y ya os digo, Edward Norton, impresionante. Yo, que me dejo llevar mucho por los temas de la magia y eso, no pude despegar los ojos de la pantalla… algunas escenas incluso parecían poéticas… el encuentro de ella en el lago, me recierda a una exposición a la que fui con Belle en la Fundación La Caixa hace algún tiempo de los prerrafaelitas.

Disfruté mucho con la peli, como ya os digo, hacía mucho tiempo que no tanto. También se debió a un maravilloso descubrimiento que Phenomene me ha brindado, unos caramelitos denominados “Picotas” que son algo sensacional…

Y ver al Ingeniero empollándose los títulos de crédito durante 10 minutos seguidos sin despegar la cara de la pantalla… simplemente no tuvo precio.

Os dejo con el trailer, para que os animéis:


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