Rebajas...

Las rebajas no son todo lo estupendas que parecen, al menos no en todas partes. En ECI, por ejemplo, ir en rebajas es como presentarse voluntario para una misión de guerra. Ver cómo una marabunta de personajes de lo más variado se agolpan contra estanterías y cajas es de lo más pintoresco, y estresante. Yo tuve que ir el día 7 a hacer unos cambios y procuré ser muy, pero que muy breve, y lo conseguí. En 10 minutos cambié todo por un par de cheques regalo que procuraré gastar tan pronto como pueda darme un ratito libre aprovechable. 

 El caso es que ayer por la mañana decidí irme de rebajas con mi madre en busca de un vestido para la próxima boda de mi primo Mosca, que cae allá por principios de mayo… pensamos que quizás encontraríamos algo bueno, bonito y rebajado, pero mi talla es algo popular (las anoréxicas no son tantas como creen) y lo que me gustaba estaba agotado en mis medidas. Así pues, tras un periplo que duró toda la mañana a través de varias tiendas (hicimos un par de descubrimientos tremendamente interesantes) nos fuimos a casa agotadas, compuestas y sin vestidos. ¿Qué le vamos a hacer?

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