Y volver, volver, vooooolveeeer

¡Buenas a todos!
Como ya sabéis, mi ausencia en éste, mi blog, se debe a mi fugaz viaje junto a Belle a tierras lusitanas. No, no pretendíamos recuperar el Imperio – bastante tenemos ya con el marrón que hay en España, como para andarse por ahí anexando nuevos territorios – sino tan sólo por motivos de esparcimiento mental, que falta nos hacía.
Si me lo permitís, relataré nuestro viaje con más calma en otro momento (el miércoles tal vez – que ya sabéis que no tengo clase, aunque sí me tocará ir (pues me han invitado) a las charlas de las empresas más marketinianas que vienen al foro) pues hacerlo ahora denotaría precipitación y, además, estoy segura de olvidarme muchos detalles que seguro serían de vuestro agrado.
¿La vuelta? Dura, como no podía ser de otro modo, además de que las noticias corren como la pólvora, me han llovido un aluvión de tareas, trabajos y cosas que estudiar que me han sumergido en el más profundo de los agobios… El frío se ha instalado definitivamente en Madrid (lo cual ha favorecido que yo pudiera estrenar el fabuloso abrigo marrón chocolate que me regalaron mis papis por mi cumpleaños) y llueve sin parar desde hace días. ¿Lo bueno? Que hace falta y que se acabará la sequía, pero es un engorro, no me lo podéis negar.
Que sepáis, que estoy constreñida por la realidad del modelito que llevaba hoy mi querida Sandrita, profesora de la siempre “interesante” clase de psicología (cursada ya por 2ª vez en mi vida por solapamientos varios de temario), muy al estilo Genio de la Lámpara, que por cierto, era el único elemento que le faltaba: botines chuúpame-la-punta, pantalones requetebombachos, bufandilla árabe e incluso un mini chalequito, y yo que pensaba que Halloween fue hace semanas…
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